viernes, 27 de junio de 2014


La simpática chica, de la sonrisa falsa en el espejo quebrado, vino hoy a transmutar en casa; morada vulgar, espejo inservible, chica de máscara incómoda; compañía que no apetezco... Muchacha, vete bajo la lluvia y no mojes tus ojos con lágrimas redundantes; no vuelvas chica, no tomes mi papel de escribir, no robes mis pinceles o mi pintura, el alquitrán, el negativo o el lienzo... ¡No! ¡No! ¡No! No toques con tu existencia esta angustia que no es mía. Ve juega sola de cara al viento, al sol, al ocaso; búscate una razón que no sea un reflejo automático y falso en un espejo cerril, no lo sigas rompiendo, no te llenes de furia, no te envenenes, no te electrocutes con tu quimérico reflejo, no te ajusticies, no te guillotines, no gimotees más... ¡No! ¡No! ¡No! Reprimí  la felicidad mientras vegetabas destrozando tu reflejo con tu falsa sonrisa… No estaré más,  bajo tus normas de sangre y muerte, no podré condescender con mirarte en un mundo lleno de vida; no más sangre en mi estómago, no más vida en la muerte… Apacigüe de aquí mujer cobarde; no des vida para quitarla; no asfixies a los bufones. Me liberté de tus cadenas incurables, deserté de tu falsa máscara y tu maquinal autodestrucción… Fui a buscar el viento, el sol, la luna; florecí  indagando mi montaña. Te regalo mi casa, quédate en la oscura morada; es tuya, con todos tus patrimonios. Yo me voy de enamorada de la tierra y con  un cuchillo rosa siniestro,   camino gritando por los desposeídos; yo me marcho con mi brillante locura cantando al atardecer, al anochecer, a mis pies danzantes, a mi carcajada insistente, gritando mi demencia que fue la cura a tu muerte, yo me voy con mi vida y la respiro y la sonrío para siempre… Silvia P.

sábado, 4 de enero de 2014


¿Quién sopla la tarde colorida? En las ramas secas, hay una lagartija triste que ya no silva al ocaso; espera el amanecer...
 SILVIA PÉREZ


NOS QUIEREN HACER

Todo bello y quieto y nadie lo puede ver.
Las palabras, nos quieren hacer.
Los fantasmas, nos quieren hacer.
Los pútridos conceptos aprendidos han estado siglos a la espera para hacernos,
La belleza inmóvil aquí se mece y se des-hace.
Todo se abalanza sobre nuestro cuello para oprimirnos y hacernos.
Cada paso una negación del camino impuesto.
Estas palabras aún no son mías
Y en este instante creo poseer-las.
Mi tiempo se va con estas letras,
Se quema, en las convulsivas auroras que desesperadamente buscan mi ocaso.


Dejo el relato para los fantasmas del pasillo 12 del hospital de las hermanas hospitalarias.
Maldita cárcel con olor a vomito de sagrario.
Vino de consagrar con alcanfor y paraísos secos, toscos.
Maldita clínica de los psiquiatras.
Dejo estas letras sin significado ni peso a los locos del  pasillo 12 de la muerte,
de la vida encadenada y recluida para llevarla de nuevo por el camino del viejo bien.
Este es mi signo y bajo él, me escribo.
No tengo nada que envidiarle al infinito o al estúpido jamás.
Nací para crear incomodidad. 

SILVIA PÉREZ
Estoy en mi balcón, volando, robando mi lugar; el mundo abuchea, estoy clara; no hay cuchillos que crucifiquen mi mirada, he atinado un escondite; he consagrado un rincón oscuro para sonreír. Libre de mundo, libre de odio, libre de amor, libre de mí misma; mi esencia se alza sobre mí, nunca fui cuerpo, no sé vivir como cuerpo, vomité toda mi materia, la quemé, la desgasté, me diluyo en el silencio oscuro de mi faena, en el frío tiempo que me pertenece; me esfumo como una sombra. He de robar mi lugar, he de callar al mundo. Maldito murmurar del mundo, no me deja erguir mis pasos en la montaña, no puedo ver mi centro con los ojos vendados. Quemo mi silueta, mis rostros, mis máscaras quedan en cenizas, no puedo ser persona, no puedo ser espejo que corta, yo nací para ser selva, soy selva, mi singularidad quiere irse sin los zapatos atados, quiere desnudarse, quiere danzar, reír y llorar gritando en el río; gracias al viento, a la nada y a nadie... 

SILVIA PÉREZ